Un dulce instante

Bajaba por la escala aun adormecida y al llegar ya al último escalón doy el paso restregando mis ojos aun con sueño, al incorporarme estaba en medio de la sala, pero no la de mi casa sino en medio de la sala de mi vieja casona; miré hacia atrás y todo aquel tiempo del cual venia había desaparecido, mire a mi alrededor algo asustada al principio y luego llena de una satisfacción tan inmensa, allí estaban mis antiguos sillones, el piso de tabla que brillaba, el comedor tan antiguo con sus sillas, el televisor blanco y negro y pensé… ¿estará? Y la vi, era mi gata la Koka en un rincón saltando como siempre a las cortinas para atrapar a los pequeños pajaritos negros estampados en ellas.

Me acerque a la galería para mirar hacia fuera, vi todo aquel patio tan lleno de parras y árboles frutales, todos los colores, los antiguos vasos, la licorera, las bandejas, retrocedí pensando que era un sueño por tanto intente guiarlo aunque yo sólo esperaba haber viajado en el tiempo y permanecer allí

Al acercarme a la corredor vi mi reflejo en los vidrios y allí estaba yo, una niña flaca, con dientes chuecos, el pelo largo y rizado y mi camisa de dormir verde pero, estaba sola…

Comencé a recorrer la casa entre a la habitación de mi madre, la de mi abuela y mi tía y luego a la mía, todo estaba igual, allí encontré a todas mis muñecas, mi cama, esa cama tan especial con cajoneras incorporadas y ese respaldo con mueble en el que podía exhibir todos mis tesoros.

Al salir de ahí comencé a percibir los olores de la casa, había algo cocinándose y de apoco las voces comenzaron a llenarla, era uno de esos días, uno de esos en los que la familia se junta y comparte, un fin de semana de seguro, que suerte retroceder en el tiempo a un fin de semana familiar!

Camine lentamente por el pasillo hacia la cocina tratando de reconocer las voces y de pronto la escuche, era su voz, su voz mas joven pero con el mismo tintineo, y salió de la cocina y me encontré frente a ella…no pude contener las lagrimas y la abracé con tanta fuerza que tuve que controlar el momento porque de pronto sentí que volvía , que regresaba a mis tiempo y eso yo no lo quería…era mi abuela, la Ena, tan joven que me tomo de un brazo y en andas me llevo hasta la pieza y me dijo “Mire lo tarde que es y usted en camisa de dormir, cámbiese ropa niñita que van a llegar los tíos”

Busque entre mi ropa he inconscientemente trate de encontrar mi ropa actual, buscaba mi boina blanca, mis botas cafés, pero caí en cuenta que estaba en otro tiempo y recordé cual era mi ropa favorita, la encontré claro que si, no quise ni siquiera perder tiempo en tomar un baño, si esto era real y había vuelto al pasado al día siguiente lo tomaría, pero si sólo era un sueño debía disfrutarlo sin perdidas de tiempo.

Era un día de primos, un día calido de verano, estaba tan feliz y confundida, miraba mis manos de niña y busque a mi perro en el jardín, jugaba con mis primos…me acerque a Mónica que estaba muy cerca del gallinero y pensé, no le haré nada que pueda crearle un trauma en el futuro…tal vez si es todo real cambiaré su destino y no le temerá a las aves por mi culpa, corrimos hacia la cocina y esta vez no cerré la puerta ella entro y vimos como los pollos se quedaban fuera sin temor a que nos picaran por lo menos a ella, yo convivía con ellos siempre.

Me sentí satisfecha con esta acción, fue como redimirme.

El almuerzo en una mesa extensa llena de ruido, conversación y risas, humitas calientes en los platos, ensalada a la chilena, era todo tan hermoso que decidí quedarme allí y no volver, comenzar todo de nuevo; en eso pensaba mientras me dirigía hacia las higueras, cuando de atrás de una de ella surges tu y me ofreces su fruto, un higo maduro y enorme, moradito, te veo sonreír y mirando tus ojos claros siento como me transformo mientras te acercas y de pronto desde el huerto veo como asoman dos caritas risueñas y hermosas y escucho las palabras de Vanessa decir “ Bakan tu casa de niña mami… podríamos venir mas seguido “ mientras engulle un higo tan maduro y rico y mi boca se hace agua.