lunes, 25 de agosto de 2008

Yo... escribiendo un cuento...




Amigos, lo siento, estoy trabajando en unos cuentos para un concurso, les pido disculpas pero en cuanto resuelva eso se viene la tercera parte y final de Deja Vu okis???

Graciasssssssssssss

viernes, 15 de agosto de 2008

Deja Vu II


Retrocedió rápidamente sentándose sobre la cama, su corazón no lograba tranquilizar los latidos mientras ella se preguntaba si realmente esto estaba ocurriendo, en ese instante, en ese momento y en aquel lugar.


Intentando calmarse miro a su alrededor tratando de familiarizarse un poco mas con ese entorno, las paredes amarillas, la cama de bronce antiguo y brillante (no pudo resistir tocarlo para percibir la suavidad del aquel metal) estaba cubierta por una colcha anaranjada de un tejido algo tosco pero muy grueso y suave, se tendió sobre ella para apreciar mejor el aroma que se desprendía de aquella manta, ella lo reconoció…pero prefirió evadirlo.


Mientras se incorporaba desde aquella cama, iba rodeando aquel cuarto con su mirada hasta encontrarse frente a frente con sus ojos en aquel espejo, esos eran sus ojos, si, pero esa no era su imagen.


Comenzó a sentir que todo daba vueltas, comenzó a sentirse muy débil, no entendía lo que sucedía, sintió su cuerpo liviano, entre nubes, cerro los ojos y vio aquel cabello con rizos rojos desafiantes flotando en el aire, sus manos muy blancas tratando de asirse de algo para no caer.


Todo comenzaba a desvanecerse a su alrededor, no lograba comprender, todo era tan extraño, “debo huir” se decía, “debo irme”, ¿como logró llegar hasta allí?, ¿por que todo le parecía tan familiar?, y ese espejo, con esa imagen que no era la suya…


Aun no terminaba de asombrase, aun no terminaba de escapar, cuando sorpresivamente un rostro risueño asomo a través de la puerta


-Te siente bien?- pregunto-¿ acaso me espiabas?


Asustada se volvió hacia ella, ¿Quién era esa mujer? ¿Por qué le sonreía?


Reconoció su rostro, era la mujer que hacia el amor en el cuarto de más allá


-Esta bien ya se fue, después pasas por el cuarto para que hablemos - continuo diciendo y desapareciendo por unos instantes.


-Ha! – exclamo volviendo a sobresaltarla – ¿viste que aquel hombre nuevamente estaba frente a tu cuarto?


Dijo eso y desapareció, ella no supo que contestar, ni siquiera sabia que expresión tenia ahora su rostro, esa mujer…ese hombre, aquel cuarto…


Se acerco a la ventana, miro hacia el otro lado de la calle, pero ya no había nadie, solo vacío, ese hombre con esos ojos que ella conocía,



-Estoy segura de que es él, ¿acaso estaré volviéndome loca?


Todo es un sueño, lo sé, esto es un sueño, me recostare aquí y al despertar nada de esto habrá sucedido…todo habrá pasado.


No alcanzó a gozar de aquel descanso cuando apareció en la habitación un pequeño


-Señorita- dijo- el señor que esta enfrente le envía este mensaje


Se levanto rápidamente, con las manos en el pecho porque sentía que su corazón se le escapaba, tomo aquella nota y sin abrirla se acerco a la ventana, estaba allí en la oscuridad muy lejos del farol, pero sus ojos eran aquellos que ella había reconocido.


-Es él si, es él.- apretó el papel fuertemente entre sus dedos y sonrío, no estaba sola, él también estaba allí.


El comenzó a caminar mientras de vez en vez miraba hacia la ventana, se alejó silbando


Con las manos en los bolsillos, con una seguridad envidiable y con una alegría que iluminaba la oscuridad de esa calle, húmeda, de adoquines viejos.

martes, 12 de agosto de 2008

Deja vu I


Había caminado anteriormente por aquella calle, llena de adoquines, húmeda y fría.


Si, había pasado por aquellas murallas muchas veces hasta acercarse solamente a aquella pequeña escala que la llevaba a una puerta de madera muy gruesa, muy vieja, muy gastada.


Tenía la sensación de haber mirado esa ventana llena de luz en aquel piso muchas veces, reconocía esas cortinas por las que traspasaba el albor de aquel interior que parecía cálido, que ella sentía calido.


Esta vez fue diferente, se acercaba con sigilo hasta el lugar donde muchas veces se detuvo, desde donde en muchas ocasiones tuvo que volver.


Caminaba despacio, apegada a esa pared que alcanzaba a percibir con la punta de sus dedos, sus dedos helados porque a esas alturas toda ella estaba congelada ¿Podría esta vez ir mas allá?.


Despacio, sin saber cómo, se encontró sobre el último peldaño de aquella escala, frente a aquella puerta que desde allí se veía mas grande aún, mas gruesa, se aprestó a tocar pero antes de que lo hiciera se abrió dejando salir la luminosidad que irradiaba desde adentro y a dos jóvenes hermosos con boinas chistosas que sonreían felices y en cuyos rostros reinaba el candor, parecían conocidos… si lo eran porque al salir la saludaron amistosamente, dejando entreabierto para que ella pasara.


¿Se animaba? Empujo muy despacio aquella puerta pesada, y el calor del interior pronto abrigó su cara, el ruido, la música, los niños, todo era conocido para ella.


-Sé que he estado aquí antes-se decía- pero, ¿cuando?


Se encontró frente a un pasillo de madera, cerro la puerta tras de ella y se quedó allí inmóvil, mirando algo absorta lo que ocurría a su alrededor


-¿Y ahora, qué…?- se preguntó


Miró a ambos lados, había puertas a lo largo de todo el pasillo, algunas abiertas por donde se observaba todo lo que sucedía dentro, en esta un par de niños jugando, en aquella un padre enseñando a su hijo, mas allá, una pareja comenzando a hacer el amor, ella se sonrojó con el cuadro y retrocedió rápidamente con la idea de salir huyendo y en eso estaba cuando a punto de salir noto la puerta que estaba a su derecha, sólo esa podía ser , ese era el cuarto de las cortina bordadas.


Dudó por algunos segundos acercarse a aquella puerta, sus dedos sólo la rozaron, suave, delicadamente, la puerta comenzó a moverse y ella emprendió la aventura de adentrarse en aquella habitación que la obsesionaba.


La habitación era pequeña una cama mullida y suave, un armario antiguo de color caoba, en un rincón algo parecido a un pupitre donde había tinta, plumas y papeles, cajones donde de seguro algún secreto encontraría.


Un atril de madera gastado con un lienzo en blanco, una caja llena de pinceles y pinturas, una luz calida muchos colores y esa ventana… esa ventana con visillos blancos y pequeñas flores azules bordadas, se acerco a tocarlas, las descorrió solo un poco y al mirar hacia fuera su corazón galopó rápido, desde el otro lado de la calle un hombre en la oscuridad la observaba, un hombre del que sólo percibió sus ojos


-También esta aquí- dijo - es él lo sé.